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05
Mié, Nov

Economía

Un nuevo informe de la UCA revela que tener trabajo ya no garantiza acceso suficiente a alimentos: el 16% de los asalariados está en inseguridad alimentaria, y la cifra sube drásticamente en sectores informales.

 Así lo demuestra el último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA), que advierte que uno de cada seis trabajadores del país —es decir, el 16%— se encuentra en situación de inseguridad alimentaria. Lo que agrava el panorama es que este problema no distingue entre formales e informales: también afecta a empleados registrados.

La investigación, presentada esta semana por la Universidad Católica Argentina, expone con crudeza la precarización de las condiciones de vida incluso entre quienes tienen empleo. Según el relevamiento, las tasas más altas se registran entre cuentapropistas y trabajadoras del servicio doméstico: un cuarto de estas personas (25%) no logra cubrir sus necesidades alimentarias.

Las diferencias se profundizan al cruzar datos educativos. Entre quienes no completaron el nivel secundario, la inseguridad alimentaria llega al 34%. Pero entre quienes cuentan con formación universitaria, el fenómeno se reduce a apenas el 4,6%.

En cuanto al tipo de empleo, las desigualdades son nítidas. En el sector informal, el 24% de los asalariados padece inseguridad alimentaria, mientras que en el sector formal la cifra desciende al 9,8%. Incluso dentro del empleo público, considerado históricamente como más estable, el índice trepa al 14,1%.

Otro eje relevante es la cantidad de horas trabajadas. Los subocupados —aquellos que trabajan menos de 35 horas semanales— presentan una tasa del 21,1%. En cambio, quienes cumplen jornada completa bajan a un 12%. Pero entre los sobreocupados —más de 45 horas semanales— el dato vuelve a subir al 13,3%, una señal del desgaste y los bajos ingresos.

La dimensión geográfica también marca fuertes contrastes. El Conurbano bonaerense aparece como la zona más golpeada: allí, el 18,9% de los trabajadores asalariados sufre inseguridad alimentaria. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el índice se reduce a un 7,1%, mostrando la desigualdad territorial.

Por último, el informe revela que el fenómeno castiga especialmente a los jóvenes de entre 18 y 34 años, donde la proporción alcanza el 17,1%. Y también hay una leve diferencia por género: 15,5% en mujeres, frente al 15% en varones.

“La degradación del poder adquisitivo, la persistente inflación y la precarización del empleo están erosionando la capacidad del trabajo para garantizar el acceso a alimentos suficientes y adecuados”, advierte el informe, que concluye que tener empleo ya no asegura condiciones dignas de vida.

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