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03
Mar, Dic

Ciencia y Tecnología

Un estudio liderado por la Universidad de Pensilvania y el Instituto Neurológico Barrow en Filadelfia examinó los procesos neuronales relacionados con el procesamiento de olores en el sistema olfativo humano y cómo el cerebro maneja la información sobre los olores de diferentes fosas nasales.

En el artículo titulado "Las representaciones de olores de las dos fosas nasales están segregadas temporalmente en la corteza piriforme humana", publicado en Current Biology, se revela que cada fosa nasal tiene su propio sentido del olfato, registrando una representación distinta de la información de olor que detecta.

El estudio incluyó a 10 participantes con electrodos de profundidad intracraneal en una tarea de identificación de olores. Se proporcionaron estímulos de olor a la izquierda, derecha o ambas fosas nasales mediante un olfactómetro controlado por computadora. Los participantes tenían que identificar el olor y señalar de qué fosa nasal provenía. Se observó un mejor rendimiento en la detección e identificación de olores cuando ambos orificios nasales estaban involucrados, sin una preferencia clara entre las fosas nasales izquierda y derecha.

La identidad del olor se decodificó a partir de las oscilaciones en la corteza piriforme, como se registró en un electroencefalograma intracraneal. Los resultados indicaron que la identidad del olor se codifica en dos etapas temporalmente segregadas en la condición de bi-nostril, sugiriendo una interpretación separada del olor a través de cada fosa nasal.

Estimular cualquiera de las fosas nasales con el mismo olor provocó representaciones similares pero distinguibles, lo que sugiere que, aunque cada fosa nasal puede identificar un olor distinto como el mismo, hay diferencias sutiles en la percepción del olor.

Las representaciones de olores se lograron más rápidamente en la condición de bi-nostril, lo que sugiere una posible ventaja computacional en el procesamiento de olores en estéreo.

Este descubrimiento es crucial para una comprensión más profunda de cómo los humanos perciben e identifican los olores, y podría tener implicaciones significativas para la neurociencia sensorial y la ciencia cognitiva.

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