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Vie, Dic

Nacional

La ex presidenta publicó en sus redes un duro análisis tras los datos del INDEC y el impacto de las políticas económicas actuales en Argentina.

La ex presidenta cuestionó con dureza en sus redes sociales la reciente cifra de inflación difundida por el INDEC bajo el gobierno de Javier Milei y Roberto Lavagna, apuntando al impacto social de las políticas económicas vigentes y la narrativa oficial sobre las cifras de precios.

La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner volvió a utilizar sus redes para instalar una pregunta incisiva: ¿realmente “todo marcha de acuerdo al plan”? Su publicación analiza sin medias tintas la cifra de inflación del 2,5% para noviembre, difundida por el INDEC bajo la actual administración, y la contrapone con los efectos visibles en la vida de millones de argentinas y argentinos.

En su posteo, CFK no se limita a repetir un número estadístico. Señala que esa cifra llega “después del ajuste más grande del que se tenga memoria”, enumerando un paquete de medidas económicas que incluyen recortes sobre salarios y jubilaciones, reducción en obra pública y recursos para provincias, además de un nuevo préstamo del Fondo Monetario Internacional por 20 mil millones de dólares y endeudamiento adicional en dólares con figuras como “el Toto Caputo”. Todo ello, según el texto, en un contexto de consumo “en caída libre” y cierres de fábricas y comercios.

El tono del mensaje despliega una crítica central: la percepción social y económica cotidiana —trabajadores con menor poder de compra, jubilados con ingresos que no alcanzan— no coincide con el relato oficial de que la inflación se estaría moderando. La pregunta final del posteo —“¿En serio que todo marcha de acuerdo al plan?”— funciona como una guadaña retórica contra la narrativa gubernamental.

Cristina Kirchner también evoca un episodio del pasado reciente, recordando cómo se difundían índices alternativos de inflación en 2015 bajo la denominación “IPC Congreso”, y cuestionando implícitamente la credibilidad y uso político de las estadísticas oficiales en distintas etapas.

Más allá de la cifra concreta del 2,5%, la crítica apunta a un malestar más profundo: la confianza en las instituciones estadísticas y en la conducción económica del país. El mensaje —en su tono y elección temática— intenta poner de manifiesto que la gestión actual no sólo debe rendir cuentas ante los números fríos, sino también ante los efectos sociales que estos provocan en la cotidianidad del pueblo argentino.

Este tipo de declaraciones desde figuras políticas de alto perfil no sólo buscan cuestionar datos técnicos, sino también colocar en la agenda pública la discusión sobre qué inflación importa realmente: la que aparece en los informes oficiales o la que sienten día a día los hogares y comercios.

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