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Jue, Oct

Interés General

Desde Asia, el presidente norteamericano admitió que la victoria de La Libertad Avanza fue “inesperada” y que generó ganancias en bonos y deuda argentina. Washington abrió un swap por US$20.000 millones antes de los comicios.

“Ganamos mucho dinero gracias a esas elecciones”. Con esa frase, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sintetizó su mirada sobre el proceso electoral argentino del pasado 26 de octubre. En conferencia de prensa desde el Air Force One, y acompañado por el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario del Tesoro Scott Bessent, Trump celebró la victoria de Javier Milei como un triunfo propio. Literalmente.

“Fue una gran victoria en Argentina. Quiero felicitar al vencedor… Contó con mucha ayuda por nuestra parte. Le di un respaldo, un respaldo muy fuerte”, dijo ante los medios.
Donald Trump.

Los dichos se produjeron días después de que el Tesoro estadounidense habilitara una línea de swap por US$20.000 millones, en lo que en los hechos fue una inyección directa de liquidez al gobierno argentino en la recta final de la campaña.

Trump fue aún más lejos al hablar del resultado:

“Algunos pensaban que sería difícil ganar. Y no solo ganó, sino que ganó mucho. Así que fue algo fantástico. Nosotros ayudamos. Mucho”.

La elección intermedia le otorgó a La Libertad Avanza más del 40 % de los votos y una ampliación de bancas en el Congreso. Pero el presidente estadounidense no lo analizó como un hecho político interno: lo tradujo en términos contables.

“Creo que ganamos mucho dinero gracias a esas elecciones, porque los bonos han subido. La calificación de la deuda ha subido. Esa elección hizo ganar mucho dinero a Estados Unidos”.

La visión es clara: la política exterior norteamericana se mide en balances.

Intervención, deuda y geopolítica

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, también se sumó a los festejos con un tono que mezcla ideología de mercado con geoestrategia:

“Argentina es un aliado vital en América Latina. Estos resultados son un claro ejemplo de que la política del gobierno de Trump de paz a través de la fortaleza económica está funcionando”.

Según Bessent, los comicios podrían “atraer inversión privada” y “reactivar la creación de empleo en Argentina”. Para él, Milei tiene “un mandato renovado para el cambio”.

La frase “control en Sudamérica” —dicha por Trump— no fue metafórica:

“Nos centramos mucho en Sudamérica y estamos consiguiendo un gran control… Incluyendo el hecho de que no queremos sus drogas”, lanzó, en una clara referencia al endurecimiento de la política regional estadounidense y a la reciente inclusión de funcionarios colombianos en listas de presuntos vínculos con el narcotráfico.

¿Y Argentina?

Mientras en Wall Street las acciones y bonos argentinos se disparaban —el peso ganó un 10 %, el índice bursátil subió un 20 %—, Trump dejó en claro que el apoyo a Milei no fue ideológico, sino pragmático:

“No estamos en esto por dinero. Pero sí nos fijamos en el valor de los bonos y la deuda”.

La declaración pone en tensión la supuesta autonomía del gobierno argentino y reactualiza el viejo dilema de la dependencia externa. El respaldo financiero de Estados Unidos —con swap incluido— llegó días antes de las elecciones. Y el mismo Trump lo atribuye a una estrategia deliberada:

“Quizá nosotros ayudamos”.

La victoria electoral de Milei tuvo consecuencias internas evidentes: reposicionamiento en el Congreso, respaldo coyuntural del mercado y debilitamiento de la oposición. Pero afuera, fue leída como una operación geopolítica exitosa por parte del gobierno de Trump, que ahora exhibe como propio ese resultado.

La pregunta que queda flotando es incómoda, pero inevitable: ¿Gobierna Milei… o administra Trump?

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