El ronroneo funciona como una marca personal reconocible, incluso por computadoras. El maullido, en cambio, se volvió versátil y adaptado a la vida con humanos, según concluyó una investigación publicada en Scientific Reports.
Un equipo de investigadores del Museo de Naturaleza de Berlín y la Universidad Federico II de Nápoles acaba de publicar un hallazgo curioso pero revelador: los gatos domésticos se identifican más por su ronroneo que por su maullido. El estudio, recientemente difundido en la revista Scientific Reports, aplicó herramientas de reconocimiento automático de voz —las mismas que se usan en humanos— para analizar cómo varían las vocalizaciones felinas.
“Lo que está sucediendo es que la gente presta más atención a los maullidos porque los gatos los usan principalmente con nosotros”, explica Danilo Russo, autor principal del estudio. “Pero al examinar la estructura acústica con detenimiento, el ronroneo uniforme y rítmico resultó ser la mejor pista para identificar a cada gato”.
El análisis incluyó tanto gatos domésticos como salvajes. Usando registros del Archivo de Sonidos Animales del Museo de Historia Natural de Berlín, los investigadores compararon las características acústicas de ambas especies. El resultado fue claro: los maullidos son altamente variables y adaptables, mientras que los ronroneos son consistentes y únicos.
“Cada gato de nuestro estudio tenía su propio ronroneo característico”, detalló la coautora Anja Schild. “El ronroneo suele aparecer en contextos relajados, como cuando el gato es acariciado o está en contacto con una persona cercana”.
En cambio, el maullido es mucho más cambiante. Se usa para pedir comida, saludar, quejarse o llamar la atención, y eso se refleja en su estructura sonora. La coautora Mirjam Knörnschild explicó que la domesticación acentuó esa flexibilidad: “Vivir con humanos, cuyas rutinas y respuestas varían tanto, favoreció a los gatos que podían ajustar sus maullidos. Es una herramienta adaptable para la interacción con nosotros”.
Para completar el estudio, el equipo comparó los sonidos de gatos domésticos con los de cinco felinos salvajes: el gato montés africano, el europeo, el gato de la jungla, el guepardo y el puma. Encontraron que los maullidos de los gatos domésticos tienen una variabilidad mucho mayor que los de sus parientes silvestres.
La conclusión apunta a que, en términos evolutivos, el maullido se volvió una herramienta comunicacional moldeada por la convivencia con humanos, mientras que el ronroneo sigue siendo una señal íntima y reconocible entre individuos cercanos.
Fuente: DOI: 10.1038/s41598-025-31536-7
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