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Lun, Jul

Ciencia y Tecnología

Investigadores chinos descubrieron que el equilibrio cerebral —clave para pensar y adaptarse— estaría determinado en gran parte por la herencia genética.

El cerebro y su herencia invisible: descubren que la capacidad cognitiva también se transmite genéticamente

¿Pensás rápido? ¿Tenés facilidad para resolver problemas? Quizás no sea solo cuestión de práctica. Una investigación publicada en la revista PNAS el 24 de junio pasado aporta algo más que una hipótesis: la eficiencia del cerebro humano al procesar información —su capacidad para mantenerse “en equilibrio”— estaría fuertemente influenciada por la genética.

El concepto central del estudio es lo que los neurocientíficos llaman criticidad: un estado delicado entre la excitación y la inhibición neuronal que permite al cerebro operar con máxima flexibilidad. No es una teoría nueva, pero lo que sí es novedoso es que ahora hay evidencia clara de que este equilibrio no depende solo del ambiente o la experiencia, sino también de lo que heredamos.

El trabajo fue dirigido por la profesora Ning Liu, del Instituto de Biofísica de la Academia China de Ciencias, junto al profesor Shan Yu, del Instituto de Automatización, y se basó en datos reales: imágenes cerebrales de más de mil personas, incluyendo gemelos idénticos, gemelos fraternos e individuos sin parentesco. Todos los escaneos fueron extraídos del Human Connectome Project, una de las bases de datos más completas en neurociencia contemporánea.

Gracias a esa diversidad genética, el equipo logró detectar algo que no se había demostrado con este nivel de precisión: las dinámicas cerebrales críticas son heredables, y especialmente marcadas en zonas sensoriales primarias —las que procesan estímulos como la vista o el oído—.

Pero no se quedaron ahí. Cruzaron esos resultados con mapas de expresión genética del Allen Human Brain Atlas y descubrieron que las regiones del cerebro que muestran mayor criticidad están asociadas a genes específicos, muchos de los cuales también están vinculados a trastornos como la esquizofrenia o el autismo.

Lo más llamativo: la misma base genética que regula este equilibrio cerebral parece estar relacionada con las habilidades cognitivas. Es decir, que la forma en que pensamos, resolvemos problemas o nos adaptamos a lo nuevo podría estar, en parte, determinada desde antes de nacer.

“La criticidad no es un lujo: es parte esencial del funcionamiento cerebral”, explicó Liu en un comunicado. “Si logramos entender cómo se regula a nivel genético, podríamos avanzar en el tratamiento o la prevención de enfermedades neurológicas que alteran esa dinámica”.

Este trabajo abre la puerta a un enfoque completamente distinto en neurociencia: dejar de pensar solo en el cerebro como una máquina moldeada por el entorno, y empezar a entenderlo también como una estructura con límites y potenciales genéticos concretos.

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