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Sáb, Abr

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El reconocido periodista contó su experiencia luego de vacunarse y dejo algunas reflexiones que dejaron mucha tela para cortar.

En su cuenta de red social Twitter, el periodista Rolando Graña posteo un hilo y contó, en detalle, la intimidad de el proceso de vacunación, olvidándose de las cámaras y luces de la televisión. Su relato fue más bien el relato de un argentino/a que finalmente logra sentirse protegido de esta pandemia que se esta llevando a cientos de miles de hombres y mujeres.

Aquí la transcripción:

"Ayer a la tarde me vacuné y entendí muchas cosas. Paradojas de la vida: yo, que llevé tantos hijos a vacunar que siempre salían llorando, esta vez sentí las lágrimas en el borde de los ojos y comprendí tantos relatos de emoción y alegría y alivio que escuché en estos meses.

Debe ser la primera vez que me toca tratar con un mostrador del Estado donde no me gruñeron. No sólo me trataron bien: enfermeras, coordinadores transmitían estar felices de lo que estaban haciendo.

No hubo colas absurdas ni gente desorientada dando vueltas entre empleados que se encogían de hombros. Llegué a las 16; me pincharon 16.25; me fui 16.45. Los cinco que entramos juntos nos fuimos juntos y pudimos charlar un rato de nuestras vidas como en un mínimo reality.

Todos estábamos muy emocionados.

Por las dudas: me vacuné por derecha, anotado en la aplicación Vacunate PBA. Se ve que el turno me tocó rápido por hipertensión y disminución en la función renal.
La vida tiene esas vueltas indescifrables. Me vacuné en Tecnópolis porque mi domicilio legal es el mismo de mi vieja. Y si Alina viviera, seguro la hubiera tenido que llevar a vacunar a Tecnópolis.

Pero mi vieja murió hace seis años. Sin embargo, quien diría, justo el día de su cumpleaños 96, no puedo dejar de pensar que ella me mandó este regalo: la vacuna. Cuando salí me quedé un rato sentado en el auto, tranquilo como hace mucho no estaba, como si por fin hubiera llegado a un lugar seguro después de tanto escapar del virus, después de tanto miedo, después de tanto encierro.

Y yo, que en tantas notas vi a tantos sufrir, entendí por qué la gente llora al vacunarse. Porque es la única cosa cierta, segura, que se puede hacer en estos años de amenaza silenciosa, traicionera.

Porque frente a tanto tarado que dice estupideces y manipula datos y vende buzones; frente a tanto canalla que miente a sabiendas para tener un par de miles de seguidores; frente a tanto hijo de puta que cabalga sobre los temores ajenos, la vacuna es real y te puede salvar en serio de lo que aterra.
No es poco en un mundo que se ha vuelto tan incierto."

 

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