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Jue, Oct

Ciencia y Tecnología

El tercer visitante interestelar conocido experimentó una transformación insólita: una “anticola” que apuntaba hacia el Sol se convirtió en una cola convencional, revelando nuevas pistas sobre su composición y dinámica.

Desde su descubrimiento en julio de 2025, el cometa 3I/ATLAS se ha convertido en uno de los objetos más enigmáticos del firmamento.

Detectado por el Sistema de Alerta de Impactos Terrestres de Asteroides (ATLAS), este viajero interestelar —el tercero conocido después de 1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov— sigue un camino hiperbólico que lo llevó a cruzar nuestro sistema solar por primera y, probablemente, única vez.

Con un diámetro estimado entre 5 y 11 kilómetros, 3I/ATLAS es también el más grande de su clase. Pero su tamaño no es lo que más ha desconcertado a los astrónomos, sino su comportamiento: una cola que cambió de dirección mientras se acercaba al Sol.

La misteriosa anticola

En julio y agosto, las observaciones revelaron una estructura que parecía apuntar hacia el Sol, una “anticola” que desafiaba el patrón habitual.
En condiciones normales, la cola de un cometa se forma cuando el calor solar sublima el hielo de su superficie, liberando gas y polvo que el viento solar empuja en dirección opuesta a la estrella.

Sin embargo, 3I/ATLAS mostraba una prolongación visible hacia el Sol.
Las primeras imágenes, captadas por telescopios terrestres y por el róver Perseverance desde Marte, alimentaron el debate: ¿se trataba de una ilusión óptica o de un fenómeno físico real?

Según la Agencia Espacial Europea (ESA), muchas “anticolas” aparentes se deben al ángulo de observación. Pero en este caso, los astrofísicos Avi Loeb y Eric Keto argumentan en un preprint de septiembre que la orientación es genuina, no un efecto de perspectiva.

Explicaciones posibles

Las anticolas no son completamente nuevas. Se han observado en otros cometas, como Kohoutek (1974), cuando partículas grandes y pesadas —menos sensibles al viento solar— quedan alineadas a lo largo de la órbita del cometa, tanto delante como detrás de su núcleo.

En el caso de 3I/ATLAS, la observación coincide con la emisión de fragmentos de polvo más grueso. Estas partículas, al desplazarse lentamente, pueden quedar momentáneamente dispuestas en dirección al Sol, dando origen a una anticola real pero temporal.

Transformación: del misterio a la norma

A comienzos de septiembre, nuevas imágenes obtenidas por David Jewitt y Jane Luu mostraron que el cometa había cambiado: la anticola desapareció y fue reemplazada por una cola convencional, extendida en dirección opuesta al Sol, bajo la acción de la presión de radiación solar.

La transición sugiere un proceso dinámico: a medida que el cometa se calienta y emite más gas, las partículas pequeñas —más sensibles al viento solar— comienzan a dominar la estructura visible de la cola.

El Telescopio Espacial James Webb aportó un dato crucial: los espectros indican que el dióxido de carbono (CO₂) es el principal impulsor de la actividad del cometa, generando chorros potentes de gas y polvo. Estos chorros, visibles como abanicos en las observaciones del Telescopio Gemelo del Teide, explican el cambio de orientación.

Como señaló el astrofísico Miquel Serra-Ricart a Live Science, “los chorros suelen apuntar hacia el Sol, y la cola en sentido contrario; es el comportamiento natural de los cometas activos”.

Un cometa que pierde masa y gana misterio

En apenas tres meses, 3I/ATLAS habría perdido cerca de dos millones de toneladas de material, una fracción ínfima de su masa total, estimada en más de 33.000 millones de toneladas.
Esa pérdida, sin embargo, ayuda a trazar la evolución de su actividad antes de su paso por el perihelio —el punto más cercano al Sol—, previsto para el 29 de octubre de 2025.

El Telescopio Espacial Hubble lo registró como un núcleo brillante rodeado de un capullo azulado, confirmando la composición rica en volátiles.
Cada nueva imagen refuerza la idea de que 3I/ATLAS es un cometa natural, aunque inusualmente activo para un visitante interestelar.

Hipótesis extraordinarias

No todos los científicos se conforman con la explicación estándar. El astrofísico Avi Loeb, conocido por sus propuestas sobre tecnofirmas extraterrestres, sugirió —aunque de manera especulativa— que si la anticola representara un tipo de empuje, el cambio a una cola convencional podría indicar una maniobra controlada.
Su colega Adam Hibberd incluso mencionó la posibilidad de que el objeto esté tratando de establecer una órbita entre Marte y Júpiter.

La mayoría de los astrónomos, sin embargo, se mantienen firmes: no hay evidencia de origen artificial.
Como con ‘Oumuamua, la explicación natural sigue siendo la más probable.

Lo que viene

En las próximas semanas, el cometa alcanzará su máxima luminosidad al acercarse al Sol y, en diciembre de 2025, se aproximará a la Tierra, ofreciendo una oportunidad excepcional de estudio.
Las observaciones combinadas del James Webb, el Hubble, telescopios terrestres y, posiblemente, la cámara HiRISE desde Marte, permitirán reconstruir en detalle su estructura y composición.

Cada dato sobre 3I/ATLAS amplía nuestra comprensión de los objetos que vagan entre las estrellas y, sobre todo, de los materiales primordiales que formaron los sistemas planetarios hace miles de millones de años.

Si un fragmento de otro sistema estelar puede alterar su forma y dirección ante nuestros ojos, ¿qué nos revela eso sobre el movimiento y la fragilidad de los mundos que vagan entre las estrellas?

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