Más de 30 gremios denunciaron la estrategia judicial y mediática para dejar a Cristina fuera del juego político. Piden su libertad y llaman a organizar la resistencia.
¿Puede haber democracia plena cuando se proscribe a la principal referente política del país? ¿Puede discutirse un modelo de país mientras la dirigente que representa a millones de trabajadores y trabajadoras está judicialmente acorralada?
La respuesta la dieron más de 30 sindicatos nacionales que, en el marco de la Campaña Argentina con Cristina, se reunieron en la sede del Partido Justicialista (Matheu 130) para lanzar una ofensiva política y simbólica contra lo que consideran una operación de proscripción judicial, mediática y económica, digitada por los intereses que hoy conducen el país: Mauricio Macri, Javier Milei y Héctor Magnetto.
La excusa fue el fallo de la Corte Suprema en el marco de la causa Vialidad, pero el objetivo de fondo —denuncian los gremios— es borrar a Cristina Fernández de Kirchner del mapa electoral. Una estrategia que no busca justicia, sino liberar el terreno político para aplicar el ajuste con menos resistencia.
“Cristina es la barrera de contención. Está presa porque nos defendió”, expresaron desde la mesa sindical. Y no es una frase menor.
Porque detrás del expediente judicial, mal armado, sin garantías ni imparcialidad, se esconde un proyecto más profundo: la demolición del modelo de distribución del ingreso y de soberanía que representó el kirchnerismo.
Los sindicatos son categóricos: la causa Vialidad es un mamarracho jurídico, donde se violaron principios básicos como el non bis in idem y el derecho a la defensa. Pero además, dicen, no fue un error: fue un mecanismo de persecución política y disciplinamiento social.
¿El verdadero objetivo? Abrir el paso para aplicar, sin obstáculos, el programa del Fondo Monetario Internacional que Milei ya empezó a ejecutar: reforma laboral, reforma tributaria y reforma previsional. Cambios regresivos que buscan empujar al país hacia un esquema donde los trabajadores pierdan derechos, los jubilados queden desamparados y el capital especulativo se fortalezca.
Y en este contexto, la proscripción de Cristina no es una consecuencia, sino una condición del ajuste.
Cristina molestó. Molesta. Y por eso la necesitan silenciada.
Molestó cuando paró la fuga de capitales. Molestó cuando reestatizó YPF. Molestó cuando le dijo “no” al ALCA y cuando garantizó las paritarias libres. Y molesta hoy, cuando su liderazgo sigue intacto y su figura es el último dique de contención frente al avance despiadado del nuevo experimento libertario.
Por eso, los sindicatos no solo exigen su libertad y el fin de la proscripción. Exigen memoria.
Porque recuerdan que la última vez que la distribución del ingreso favoreció a los trabajadores fue con Cristina: 52 % para el trabajo, 48 % para el capital. La última vez que las paritarias fueron anuales y reales, fue con Cristina. El último salario en dólares digno fue con Cristina.
Los gremios ya advirtieron que el modelo de Milei no cierra sin Cristina proscripta. Pero también saben que tampoco cierra sin represión, sin deuda, sin entrega de recursos naturales ni subordinación externa.
Frente a eso, la campaña Argentina con Cristina se presenta como una respuesta política, popular y federal. Porque si el modelo se cae, como lo están viendo caer, es tiempo de que también caiga el lawfare y la impunidad judicial.
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