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Mié, Jun

Nacional

Desde Chubut, Macri adelantó el regreso del diálogo con el oficialismo libertario. Cristian Ritondo tiene luz verde para cerrar un acuerdo con LLA, mientras la recesión golpea y crecen los despidos.

¿Se trata de una reedición de Cambiemos recargado o de la rendición final del PRO ante el ultraliberalismo de Javier Milei? Mauricio Macri reapareció este lunes en un foro energético en Chubut, pero no fue la energía lo que encendió las alarmas políticas, sino sus palabras. Con tono sereno pero calculado, el expresidente confirmó que retomó el diálogo con el oficialismo libertario y que el PRO se prepara para un acuerdo electoral con La Libertad Avanza (LLA) en la provincia de Buenos Aires.

“Es lo que el país necesita”, repitió Macri como un mantra, justificando la nueva estrategia del partido que fundó. Lo hizo sin titubeos: “Nuestro presidente del partido en la provincia, Cristian Ritondo, tiene el mandato de construir ese acuerdo”. Y remató: “La prioridad del PRO es ayudar a que este Gobierno tenga éxito”.

Una afirmación de ese calibre, en medio de una recesión brutal, con caída del consumo, aumento de la pobreza y despidos masivos, no puede pasar desapercibida. ¿A qué llama Macri “tener éxito”? ¿A profundizar el ajuste, entregar recursos naturales, o simplemente conservar poder?

El exmandatario, que en 2019 dejó al país con 53,5% de inflación anual, 36% de pobreza y una deuda récord con el FMI, ahora aparece como garante del proyecto mileísta. Y lo hace con una liviandad pasmosa. Reconoció que “hay gente que la está pasando muy mal”, pero pidió paciencia porque “el cambio es una conquista lenta”.

Mientras tanto, las negociaciones entre PRO y LLA avanzan. Según confirmaron fuentes de ambos espacios a Infobae, se busca un armado conjunto para las legislativas provinciales del 7 de septiembre y las nacionales del 26 de octubre. Hay más de mil cargos en juego. La Libertad Avanza pretende encabezar todas las listas, pero el PRO exige lugares competitivos.

Ritondo, hombre de confianza de Macri, ya comenzó a trabajar con Sebastián Pareja y Guillermo Francos para delinear el esquema bonaerense. La alianza ya no es hipótesis: es plan de acción.

Sin embargo, lo que se cocina no es sólo un pacto electoral, sino un rediseño del mapa político. Macri intenta salvar del derrumbe a un PRO que perdió identidad y electores, y Milei busca blindarse con una estructura partidaria que le falta. El resultado es una mezcla explosiva: la vieja derecha neoliberal abrazada a la nueva ultraderecha anarcocapitalista.

No es casualidad que Macri haya reivindicado al Gobierno diciendo que “el PRO apoyó sistemáticamente como nunca antes lo hizo un partido fuera de la coalición”. Tampoco que hable de “varios mandatos consecutivos” como única vía para “salir de la decadencia”. Lo que proyecta no es una salida de la crisis, sino su institucionalización.

La pregunta que queda flotando es brutal: ¿cómo se construye una democracia real cuando las principales fuerzas políticas se alinean detrás de un proyecto que condena a millones a la marginalidad?

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