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Lun, Oct

Interés General

El candidato de Fuerza Santacruceña recorrió la zona norte y acusó al gobierno de Milei y Vidal de ocultar el impacto social del vaciamiento petrolero.

La gira de Fuerza Santacruceña por la zona norte de la provincia no fue un paseo electoral. Fue una radiografía del derrumbe. Desde Puerto Deseado hasta Las Heras, pasando por Pico Truncado, los testimonios de comerciantes en crisis, docentes en conflicto, petroleros deprimidos y vecinos que subsisten gracias a ollas populares, expusieron un presente que el oficialismo provincial intenta barrer bajo la alfombra.

La delegación encabezada por Juan Carlos Molina, junto a Moira Lanesan, Amadeo Figueroa, Pamela Pesoa, Mateo Brunetti y Alba Curaqueo, protagonizó una recorrida que además de territorial fue simbólica: se animaron a entrar donde otros sólo posan, a escuchar lo que muchos prefieren silenciar.

“La salida de YPF dejó una tragedia. Acá hay gente que vive con miedo. Miedo a hablar, a reclamar, a decir la verdad”, disparó Molina, visiblemente molesto con el abandono estatal que se respira en Las Heras y Truncado.

No se trata sólo de economía. Se trata de memoria. “Les quitaron la empresa que dio sentido a estas comunidades”, denunció Molina, en un mensaje dirigido a quienes festejaron la retirada de YPF como si fuera un acto de soberanía. Lo cierto es que el resultado fue desempleo, negocios vacíos y una descomposición social creciente.

Durante las visitas, la lista opositora mantuvo reuniones con comerciantes, clubes, iglesias evangélicas, docentes, trabajadores de la salud y militantes. El intendente de Río Gallegos, Pablo Grasso, acompañó los actos partidarios y llamó a defender los derechos de las familias santacruceñas.

“No es casual que nuestra lista tenga mayoría de candidatos del norte. Hay una mirada estratégica: tenemos que ir a donde más duele”, remarcó Molina.

Mientras el gobierno nacional continúa profundizando el modelo de ajuste libertario y la gestión de Claudio Vidal guarda un silencio cómplice ante la destrucción de empleos y el vaciamiento territorial, Fuerza Santacruceña planta bandera con una narrativa distinta: la del acompañamiento humano, el arraigo productivo y la reparación histórica.

Porque como dice Molina, “no se puede vivir con miedo en Santa Cruz”.

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