Endeudamiento, caída de ventas y ausencia de políticas activas dejan al borde del cierre a compañías claves. Más de mil puestos de trabajo en riesgo y una crisis que no encuentra piso.
La industria láctea argentina está en terapia intensiva. Y lo más alarmante: nadie parece tener un plan para sacarla de ahí. Empresas que hasta hace poco abastecían góndolas en todo el país hoy apenas si producen "a fazón", cuando no están directamente paralizadas. La combinación de deuda acumulada, caída abrupta del consumo y costos que no paran de escalar terminó de empujar al sector a un abismo productivo y financiero.
Verónica, SanCor, La Suipachense, ARSA. Cuatro nombres. Cuatro historias que resumen el drama que se extiende por las cuencas lecheras argentinas. Miles de trabajadores al borde del despido. Millones de litros de leche sin procesar. Pueblos enteros al borde del colapso económico.
Lácteos Verónica: cheques volando, producción al mínimo
La firma santafesina es hoy una sombra. Cerró buena parte de sus plantas, produce apenas 20.000 litros cada dos días en Clason, y depende de contratos temporarios con terceros para seguir activa. Emitió 3.500 cheques sin fondo y sólo cubrió el 16% de ellos. Según datos del BCRA, adeuda casi $13.000 millones.
El acuerdo con el gremio ATILRA apenas sirvió para poner en marcha parte de sus operaciones. Sin insumos, con deudas a proveedores y sin una línea de crédito viable, el futuro de Verónica depende, literalmente, de un milagro.
SanCor: la histórica cooperativa al borde del cierre total
SanCor arrastra más de $20.000 millones en pasivos laborales y sociales. Más de 300 pedidos de quiebra se acumulan en su contra. En un intento desesperado, presentó a la Justicia un plan que incluye el despido de 304 empleados, luego de haber echado a 370 en dos años. Ni así logró frenar su caída.
Hoy sobrevive con producción tercerizada para firmas como Elcor o La Tarantela. Ya no hay margen: o aparece un salvataje financiero serio, o el cierre será inevitable. La caída de SanCor no es sólo el derrumbe de una empresa: es un símbolo del desmantelamiento del entramado cooperativo nacional.
La Suipachense: 140 operarios, 0 litros
Con capacidad para procesar 250.000 litros diarios, hoy no produce ni uno solo. Controlada por el grupo Maralac, acumula sueldos impagos desde julio, deudas millonarias, y la amenaza constante de corte de servicios básicos. La comunidad de Suipacha montó una colecta solidaria para asistir a sus trabajadores, mientras sus dueños buscan vender la planta a un grupo chileno.
El operativo de vaciamiento avanza sin freno. La Justicia aún no resuelve, pero los empleados siguen acampando hace más de dos meses para evitar despidos masivos. En este contexto, el sindicato ATILRA denunció una maniobra patronal para fugar activos y dejar a los operarios en la calle.
ARSA: la quiebra que nadie quiso evitar
La empresa que producía yogures y postres marca SanCor cerró su ciclo con una quiebra formal decretada la semana pasada. Más de 400 trabajadores quedaron a la deriva. Durante meses, operaron "a pulmón" pese a no cobrar sueldos. El plan de los inversores se agotó sin que el Estado interviniera para preservar los puestos o reconvertir la planta de Sunchales.
El trasfondo estructural: consumo desplomado y nulo margen exportador
La recesión pegó de lleno. El consumo interno, principal canal para las pymes lácteas, cayó con fuerza: los precios finales bajaron entre 5 y 10%, reflejo del derrumbe del poder adquisitivo. La sobreoferta de leche cruda no encuentra salida, y las exportaciones están virtualmente congeladas por un tipo de cambio que resta competitividad.
El resultado: tanques llenos, góndolas vacías, y fábricas cerradas. Una paradoja perfecta del modelo Milei: se premia al agroexportador con exenciones impositivas, pero se abandona al productor nacional. La industria láctea, que supo ser emblema del valor agregado argentino, hoy se desangra frente a la indiferencia oficial.
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