Kristalina Georgieva reveló contactos directos con Scott Bessent para usar los DEG de EE.UU. en respaldo a las reformas argentinas. ¿Quién gobierna realmente?
La directora del FMI, Kristalina Georgieva, no disimuló su entusiasmo. Desde Washington, celebró públicamente su conversación con Scott Bessent, asesor económico de Donald Trump y posible secretario del Tesoro si el magnate vuelve a la Casa Blanca. ¿El tema? “La coordinación del apoyo a las reformas integrales de Argentina”.
Lo dijo con todas las letras. Y no quedó ahí: precisó que hablaron del uso de las tenencias estadounidenses de Derechos Especiales de Giro (DEG), ese instrumento técnico que, en la práctica, representa dólares frescos para emergentes en crisis.
Pero no nos confundamos. No se trata de ayuda desinteresada ni de solidaridad multilateral. Es una jugada política con destino doble: por un lado, darle aire al esquema cambiario que tambalea en Buenos Aires; por el otro, dejar en claro que la continuidad del “modelo Milei” está subordinada a la bendición de Washington. ¿Gobierna la Argentina o apenas gestiona el ajuste según las directivas externas?
La llamada entre Georgieva y Bessent es más que una anécdota diplomática. Es un mensaje. La economía argentina depende de fondos externos que no están garantizados, y la eventual llegada de dólares desde EE.UU. requiere una ingeniería política que incluye a Trump, el Tesoro y los halcones del mercado.
Para el Fondo, la lógica es clara: hay que sostener a Milei mientras el ajuste se mantenga firme, el Congreso no moleste demasiado y la calle no reviente. Pero, en paralelo, la economía real se desangra. Caen el consumo, el empleo registrado y la inversión. El salario sigue debajo del agua. Y ahora, encima, se oficializa que la política económica local ya no se define en Buenos Aires, sino entre Washington y Palm Beach.
“Espero con interés las conversaciones con las autoridades argentinas en los próximos días”, cerró Georgieva. Lo que sigue es clave: saber si ese “amplio” apoyo incluye plata concreta o solo condiciones. Porque mientras la mesa de dinero espera dólares, el pueblo paga con hambre y recortes.
Y la pregunta es inevitable: ¿cuánta soberanía queda cuando hasta los DEG tienen dueño?
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