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08
Mié, May

Educación

El Ministro de Economía, Luis Caputo, encontró razones para festejar en medio del caos económico que golpea los habitantes del país.

Con un estimado del IPC rondando el 10%, Caputo no pudo contener su emoción y se lanzó a celebrar en su red social Twitter, destacando que las medidas implementadas para "desburocratizar el comercio interior y normalizar el comercio exterior" son la clave para mantener este "sendero de desinflación". Mientras tanto, en el mundo real, las familias argentinas se enfrentan a una realidad muy distinta.

Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), las dos divisiones que registraron las menores variaciones en marzo fueron Restaurantes y Hoteles, con un modesto 8.3%, y Equipamiento y Mantenimiento del Hogar con un casi risible 5.0%. ¿Quién necesita comer o tener una casa decente cuando se puede disfrutar de una desinflación tan gloriosa?

Sin embargo, para aquellos que aún se preocupan por mantener la cabeza fuera del agua, las cifras del INDEC son una bofetada de realidad. Una familia típica, compuesta por dos adultos y dos menores, necesitó ingresos por la módica suma de $773,385.10 en marzo para evitar ser considerada pobre. Mientras tanto, el costo de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) se disparó un alarmante 10.9%, lo que significa que una familia necesitaría ganar $358,048.65 solo para evitar caer en la indigencia.

Mientras el Ministro Caputo celebra sus números, las familias argentinas luchan día a día para llegar a fin de mes. ¿Quién necesita comida en la mesa cuando se puede tener un "sendero de desinflación"?

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