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Mié, May

La nanotecnología, con sus asombrosos logros, le está saliendo al camino a uno de los problemas esenciales en los tratamientos contra el cáncer: evitar al máximo los daños colaterales. Y no solo eso, sino que además los podrá volver más eficientes.

Los fármacos creados para atacar a los tumores han sido diseñados para enlazarse a las células con un crecimiento rápido, característica esencial de las células tumorales cuando el cáncer está en su momento de expansión. Pero otras células del organismo tienen también un crecimiento rápido: los folículos pilosos, las células que recubren el interior del sistema digestivo, la piel. Por esta razón, los tratamientos quimioterapéuticos tienen, como es bien sabido, el desagradable efecto de la caída del pelo, por poner el ejemplo más evidente.

Durante toda una década, Warren Chan, profesor de ingeniería en la Universidad de Toronto en Canadá, ha estado ocupado en encontrar la manera de aplicar los fármacos de la quimioterapia solo en los tumores, y en ningún otro lugar. Ahora, y como resultado de ese trabajo de investigación, su laboratorio ha diseñado un conjunto de nanopartículas unidas a hebras de ADN que tienen la capacidad de cambiar de forma para conseguir el acceso selectivo al tejido enfermo.