fbpx
14
Vie, Nov

Interés General

El nuevo “Marco para un Acuerdo sobre Comercio e Inversión Recíproca” implica un desarme regulatorio masivo. Washington, en cambio, promete apenas evaluar futuros gestos.

Bajo el pretexto de “profundizar los lazos bilaterales”, el gobierno de Javier Milei selló un acuerdo comercial con la administración estadounidense de Donald Trump, que opera como un retroceso en materia de soberanía productiva y política comercial autónoma. Bajo el nombre rimbombante de Marco para un Acuerdo sobre Comercio e Inversión Recíproca, el entendimiento supone, en los hechos, una apertura unilateral por parte de Argentina, con contraprestaciones ambiguas y parciales de parte de Washington.

La declaración conjunta emitida por la Casa Blanca confirma la asimetría: mientras Argentina promete liberalizar casi todos los sectores estratégicos, eliminar barreras y adoptar normas ajenas, EE.UU. apenas se compromete a “evaluar positivamente” futuros beneficios arancelarios.

Lo que cede Argentina

El acuerdo firmado incluye compromisos amplios por parte del Ejecutivo argentino:

  • Eliminación de barreras no arancelarias: licencias de importación, tasa de estadística y formalidades consulares.
  • Homologación de normas técnicas, de seguridad y sanitarias de EE.UU. para vehículos, dispositivos médicos, medicamentos y alimentos.
  • Apertura de mercado a bienes y servicios de EE.UU. en sectores como farmacéuticos, maquinaria, autos, químicos y productos agrícolas.
  • Adopción de cláusulas de comercio digital con reconocimiento de jurisdicción estadounidense sobre datos y firmas electrónicas.
  • Compromisos en propiedad intelectual, controles de exportación, subsidios, estándares ambientales y laborales impuestos desde EE.UU.

Lo que concede EE.UU.: promesas sin garantías

A cambio de esa cesión regulatoria y comercial, EE.UU. accede —en términos vagos— a:

  • Levantar aranceles solo para bienes “no disponibles” en su mercado o insumos farmacéuticos sin patente.
  • Reconocer “acceso recíproco” en carne vacuna, sin definiciones precisas.
  • Aceptar el ingreso de algunos productos con origen argentino siempre que cumplan estándares estadounidenses.
  • “Evaluar positivamente” futuras solicitudes comerciales, sin compromisos contractuales.

¿Libre comercio o subordinación estructural?

El gobierno de Javier Milei celebra este marco como una muestra de “integración al mundo libre”. Pero detrás de esa retórica, lo que se observa es un desmantelamiento acelerado de las herramientas de política industrial, un corrimiento del Estado nacional de su rol regulador y un intento de adaptar toda la estructura productiva argentina a los intereses del mercado estadounidense.

La homologación de normas, la entrega del control de datos digitales y la aceptación de estándares laborales, ambientales y técnicos dictados por Washington implican un salto cualitativo en la cesión de soberanía. Las industrias locales, lejos de beneficiarse, quedarán expuestas a competir sin protección ni equivalencia frente a grandes conglomerados norteamericanos.

Si llegaste hasta acá tomate un descanso con la mejor música